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lunes, 7 de abril de 2008

¡Apagan la antorcha olímpica!

Era previsible. La matanza indiscriminada y la brutal represión que China ha ejercido sobre el Tíbet ya han tenido su consecuencia en el movimiento olímpico. Han apagado la antorcha olímpica. Ha sido esta mañana, en París. Los activistas pro-Tíbet ya lo intentaron ayer, sin mucho éxito, en Londres, pero hoy sí han logrado, a unos 200 metros de la Torre Eiffel, que las autoridades tengan que extinguirla. Durante 12 minutos, el fuego de los Juegos se ha disipado, y que nadie descarte que vuelva a ocurrir. En San Francisco y Buenos Aires se están preparando recepciones igual de malas a la antorcha, y puede que, por primera vez en muchas décadas, esta se apague en más de una ocasión antes de llegar a su destino.

(...)

Podéis leer más en el Zeality original. Allí os espero.

3 comentarios:

Marta G. Navarro dijo...

Esta es de las pocas ocasiones en las que me enorgullezco de pertenecer a la raza humana. Es increíble como gente de todo el mundo se está solidarizando con el movimiento pro-tibet. Demasiado agresivos para mi gusto, y el del Dalai Lama, pero por lo menos el tema va a estar candente todo el año olímpico, que es lo bueno. Ojalá la llama no se pueda volver a encender, qué mejor homenaje a los tibetanos ;)

Arwen Undómiel dijo...

No se si estoy de acuerdo con eso.
Sí que es cierto que los tibetanos merecen un reconocimiento y se les reconozcan sus derechos, como a tantos otros chinos, pero no creo que destrozar un acto que no tiene ningún tinte político (o al menos se intenta que no lo tenga) sea la mejor opción.

Marta G. Navarro dijo...

Bueno, eso de que no tiene ningún tinte político... Con la llegada de la antorcha al Tibet, China quiere demostrarle al mundo que ese territorio es suyo por lo que cualquier acto que boicotee esa demostración de fuerza del gobierno chino me parece lícito. Es que no entiendo cómo los países democráticos participan de unos JJOO que estaban llamados a significar aperturismo para los chinos pero se han convertido en una burla por parte del país oriental hacia el resto del mundo.